Perfil del Gestor Cultural Municipal.

Informe que presenta los principales resultados de una investigación sobre el perfil del gestor cultural a nivel municipal y las competencias asociadas a este  perfil profesional, liderada por la Dr. Cristina Ortega Nuere con el asesoramiento de Antonio Javier González (UCA). Esta investigación se ha realizado por encargo de la Universidad de Cádiz (UCA) y la Universidad  Internacional de Andalucía, en el marco del Observatorio  Cultural del Proyecto Atalaya. Más concretamente, el objetivo de esta investigación ha sido la identificación competencias genéricas y específicas que requiere el perfil emergente del gestor cultural municipal en un contexto de transformación del sector caracterizado por la creciente digitalización, cambios de paradigma de consumo cultural y trabajo en red.

Los públicos de la cultura

En la última década, el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación ha originado nuevas condiciones para la generación de valor en la economía y en el intercambio entre las empresas y sus clientes. La gestión de la innovación en economías abiertas (Chesborough, 2003) “ha demostrado ser más efectiva tanto en la creación como en la aplicación de nuevo conocimiento” (Achrol y Kotler, 2012, p. 41) y ha generado un nuevo modelo de organización: la organización en red. Como no podía ser de otra manera, los caminos académico y empírico se han encontrado para crear una nueva área de conocimiento que ya se considera una línea de investigación en la dirección de empresas (Gummesson, 2010, 2012; Ballantyne y Varey, 2008; y Vargo y Lusch, 2004.): el marketing colaborativo.

El ámbito cultural, por el tipo de producto que vende y el contexto en el que opera, puede encontrar múltiples ventajas al incorporar esta nueva perspectiva. El concepto de marketing colaborativo los podemos definir como “el proceso en la sociedad y en las organizaciones que facilita el intercambio voluntario a través de relaciones colaborativas que crean un valor recíproco a través de la aplicación de recursos complementarios”.

Se trata de una evolución natural de la disciplina hacia un nuevo “escenario de redes”, en el que las teorías de marketing relacional han desarrollado un papel clave que explican la evolución lógica hacia un nuevo paradigma (Achrol y Kotler, 2012; Achrol and Kotler, 1999; Gummesson, 1998; Morgan y Hunt, 1994; Sheth y Parvatiyar, 1995). En este nuevo paradigma , se produce un cambio en las funciones asignadas a los roles de los agentes de interés y las relaciones de intercambio se sustituyen por relaciones colaborativas en las que, tal y como se proponía en el enfoque de marketing de relaciones, se pretende generar vínculos de ganador – ganador entre todos los agentes de interés, evolucionando del marketing onetoone al manytomany marketing, tal y como indica Gummesson (2008), sustituyendo la posición de la organización centrada en el cliente por una organización en economía abierta en la que las relaciones con los clientes y otros agentes implicados son de colaboración y el beneficio se proyecta más allá del corto plazo y la organización individual para integrar al resto de colaboradores (asociaciones, públicos, privados, etc.), entendiendo que todos se benefician de un contexto de colaboración y crecimiento. Este puede ser considerado el antecedente inmediato de las nuevas teorías colaborativas, así como una nueva manera de “coompetir” en la línea propuesta por Brandenburger y Nalebuff (1997): “youdon´thavetoblowouttheotherfellow´s light toletyourownshine”.

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Léxico de Incertidumbres Culturales

Mientras los padres, una hermana de diez u once años y otro hermano de algo menos rebuscaban eficientemente en la basura, la más chica de la familia había encontrado entre los despojos un cuento y estaba sentada en el bordillo de la acera enfrascada en la lectura —o la contemplación sin más, porque quizá era demasiado chica para saber leer. Esto no es un recurso facilón; fui testigo y no contó con aditamentos narrativos ni de crudo invierno ni de suburbio apartado porque sucedía en el centro de una gran ciudad, y el que tuviera lugar en tiempo de una crisis económica devastadora simplemente ni le ponía ni le quitaba. Pero desde aquella noche recién empezada se me borraron todas las dudas sobre el sentido, la utilidad y la necesidad de cultura; porque fue para ver la placidez de aquella criatura con «su cuento». De manera que ahora probablemente no sea necesario pensar la cultura.

Lo que llamamos «cultura», lo que entendemos por ella o, mejor aún, lo que percibimos que contiene, está bien pensado en la historia contemporánea. Vivimos además un tiempo de potencialidad cultural innegable tanto por lo producido en pasado y presente cuanto por la capacidad que venimos adquiriendo para acceder a todo ello. No, no hay que «pensar la cultura» como si esta fuera una realidad insatisfactoria, como si nos resultara insuficiente para seguir adelante o nos sintiéramos atrapados por ella en una maraña totalizadora en la que no viésemos expectativa. En todo caso merece reflexión que, conscientes de este estado de cosas, alcancemos a intuir que la disponibilidad de la cultura siga siendo desigual y no sólo en los planos internacional y planetario sino en términos de clase y posición social. Merece reflexión que el período de la humanidad con mayor expansión de las comunicaciones entre sociedades y personas conviva, no sé si insensiblemente, con inequidades culturales que eran conocidas hace cincuenta o cien años y que persisten.

Las razones de este escenario —a nivel global, como nos gusta ponderar hoy día— si no son del todo asumidas, por lo menos, están al cabo de la calle: la riqueza sigue peor repartida y la pobreza sin mitigar, corporaciones económicas prevalecen sobre cualquier progreso democrático, el bienestar sucumbe —en las pocas sociedades que llegaron a disfrutarlo— y la codicia sigue desplazando a la honestidad. Esto sucede en todas las esferas de la vida contemporánea, incluida la actividad cultural. Seguramente por eso la «cultura» no tiene instrumentos propios, ni arrestos ni argumentos para cambiar el orden de las cosas o de algunas siquiera; ella misma es un resultado más de la historia y de cómo ha sido precisamente que la historia nos ha traído hasta aquí. Ahora bien, lo que puede que haga falta es ir discriminando cosas e ideas que en el trayecto se han ido acumulando en la cultura sin mucho orden, porque puede que algo no esté donde corresponde, o que se haya dejado por ahí sin miramientos, sin pensarlo. Circula una sensación de que la cultura ha devenido en cajón de sastre al que va a parar, sobre todo, cuanto se considera que apenas tiene, o que ha perdido valor comercial inmediato. Cultura ha llegado a ser tanto el catálogo de las grandilocuencias como la nómina de lo anecdótico, la gloria del conocimiento humano lo mismo que la ocurrencia chocarrera, tanto ideas como aparatos, la belleza insólita y las truculencias seriadas, la reverencia ante Velázquez y mamarrachos en disfraz de cómic. ¿Cómo no comprender que algunas —más de las publicadas, seguramente— de las mentes más lúcidas expresen alarma y desaliento, aun dejándose abierto el desván de estos o aquellos prejuicios? Pero a la vez, ¿cómo no entender la impaciencia de catervas aupadas en una «creatividad » demagógicamente repartida, aunque su malestar desemboque con descaro en prueba de inmadurez e insuficiencia? ¿Cómo no quedar en suspenso, si parece que la cultura ha quedado para consolación de ignaros de un mundo narciso en competencia consigo mismo? La cultura, el conocimiento al fin y al cabo, más que comprensión parece que ahora ofrezca incertidumbre. Visto el caso, en Atalaya me han retado a proponer dónde le estaba brotando el desasosiego
a la cultura, y a nombrar incertidumbres con términos concretos. Es un duelo sin padrinos pero también incruento.

Posiblemente la primera pista del asunto estaba en la sensación de alejamiento del humanismo que parece aquejarnos, porque en la función universitaria humanismo es una meta tan antigua como inalcanzable especialmente desde que toleramos su confusión con moralidad, incluso con religiosidad modernizada, y también desde que nos dejamos formar como especialistas antes que documentados. Que el centro de atención del conocimiento se oriente a la mistificación mercantil, al panegírico de la máquina o a la enajenación global, alejándose del hombre es fuente de inquietud cultural; sin duda. Como también esa otra sensación de desapego del pasado, de aprensión ante la memoria o la historia tachadas de vendavales cambiantes, caprichosos cuando no interesados, que ha conducido a un adanismo condenado al ocaso temprano.

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I+D+i CELAMA, Territorio Extensión (Herramienta integral de gestión de actividades de extensión universitaria)

CELAMA es una Aplicación Web personalizada que permite realizar de manera online la gestión de las actividades que ofrece Nuestra Universidad. CELAMA es un proyecto inicial de la Universidad de Cádiz que, tras su implantación, se va extendiendo a otras Universidades y  Unidades.

CELAMA es más que una APLICACIÓN WEB, es el TERRITORIO de la EXTENSIÓN UNIVERSITARIA. Un TERRITORIO donde se desarrolla el trabajo de administración del Vicerrectorado de Extensión Universitaria de la UCA. Además es un territorio que está en constante cambio y progreso, a medida que las necesidades van surgiendo la herramienta va creciendo, pensando en facilitar y ofrecer mayor cantidad de posibilidades tanto al usuario como al trabajador técnico.

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Manual practico para la busqueda de patrocinio

Manual Práctico para la búsqueda del patrocinio

¡El patrocinio ha muerto! O al menos está en fase terminal. Y entonces ¿para qué este tipo nos escribe un manual sobre patrocinio?.

Buena pregunta. La respuesta es que el patrocinio, tal y como lo hemos conocidos hasta hoy,y en profunda crisis económica, está dando sus últimos coletazos. ¿Por que?

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Monografía Historica: la extensión universitaria en Iberoamerica y en Andalucia

A comienzos del siglo XVIII, el panorama de la enseñanza universitaria en España era realmente desolador. A lo largo del siglo se iniciaron una serie de reformas, que se extenderán cronológicamente hasta los primeros lustros del siglo XIX que iban a marcar profundamente la historia de la enseñanza superior en España. La Ilustración, en respuesta a conceptos distintos de los seguidos hasta ahora, propugnaba una unificación de las instituciones responsables de ella, al menos en cuanto a sus estructura internas y contenidos académicos, con la aparición de los primeros Planes de Estudios aplicados a todo el territorio nacional; la regularización de los procedimientos del profesorado y otras medidas igualmente uniformadoras; sobre todo, el control de las autoridades civiles, sustituyendo la casi exclusividad en este sentido de las eclesiásticas, mantenida hasta entonces.

Las medidas que pretendían una verdadera transformación de la Universidad no se emprendieron hasta el reinado de Carlos III. El primer intento de un plan global para todas las universidades españolas, encargado a don Gregorio Mayans y Siscar, quedó sólo en el intento, al optar finalmente el Consejo de Castilla por la aprobación de planes concretos para cada una de ellas.

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Ensayo: La extensión universitaria que viene

Estudio prospectivo de escenarios ideales. Las transformaciones que vienen impuestas en el nuevo espacio europeo de educación superior afectan e inspiran muchos aspectos de la actividad que desarrollan los actuales Vicerrectorados de Extensión Universitaria. Esto obliga a un replanteamiento de las áreas de las que han venido responsabilizándose.

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La extension universitaria que viene

El Concepto de la Extensión Universitaria a lo largo de la historia

Es moneda común,cuando se habla de extensión universitaria,comenzar tomando como punto de partida “la experiencia” realizada con tal nombre en la Universidad de Oviedo,y sus antecedentes que,desde mi visión,son:en la parte teórica,la Institución Libre de Enseñanza y en la práctica,los movimientos educativos,culturales y obreros,paralelos a la industrialización minera asturiana.
Rafael Altamira,en la inauguración del curso de Extensión Universitaria de Oviedo (1899),decía:
La Extensión Universitaria comprende: conferencias que “vulgarizan”los conocimientos científicos, excursiones artísticas y arqueológicas,cursos para obreros en núcleos rurales y mineros,festivales de confraternización entre profesores y obreros,colonias escolares,escolares,etc.[ …] No sólo se intenta dar una respuesta diferente a la cuestión social, sino elevar el nivel interno de la Universidad;formar hombres antes que sabios”.

Este trabajo también parte de esos principios,al igual que lo han hecho otros autores en diferentes estudios publicados hasta ahora(pareceque es un modelo válido y aceptado),pero usándolos como soporte práctico.También se analizarán las actividades desde las que se originó esta denominación uniéndolas a los puntos que define la Institución Libre de Enseñanza (ILE) como elementos necesarios parael desarrollo:renovación de la vida cultural,científica y formación
del ciudadano.

El estudio se plantea como un viaje por tres siglos de nuestra historia,del dieciocho al veinte,y observa los aspectos comunes entre los puntos que hemos definido como “extensión universitaria”en las diferentes Instituciones, sean universitarias o no y que tienen relación con:el movimiento de formación popular o de educación social,la extensión de la enseñanza científica o profesional,las actividades netamente culturales con ellas relacionadas y la propia Universidad.

Este paseo descriptivo nos va permitir conocer las actividades que se han desarrollado en estos tiempos,considerar sus concomitancias y analizarlas en su evolución histórica.

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El Concepto de la Extension Universitaria a lo largo de la historia