Revista Periférica 19

El 13 de junio del año 2018, los medios de comunicación escrita nos regalaron titulares del tipo “El gestor cultural José Guirao, nuevo ministro de Cultura y Deporte”. A veces, determinadas noticias solo impactan a los que las leen desde sus propios códigos. Y a nosotros nos sorprendió el uso, por fin generalizado, del término “gestor cultural” asociado a todo un señor ministro.

En los 19 años que llevamos acudiendo a nuestra cita anual con PERIFéRICA, revista para el análisis de la cultura y el territorio hemos visto crecer esta profesión, este perfil laboral, como cualquier padre o madre ve crecer a sus hijos… sin darnos cuenta. Este flash, este detalle del ministro que se percibe como gestor cultural, nos llevó a reflexionar sobre cómo se ha ido abriendo paso aquella profesión incipiente que comenzó por los técnicos de cultura y por algunos animadores socioculturales reconvertidos y que se ha desarrollado hasta la situación que hallamos hoy en los estertores de este agitado 2018.

Vocación, voluntarismo, reivindicación, asociacionismo profesional, formación permanente, títulos propios universitarios, aparición en la Clasificación Nacional de Ocupaciones, títulos oficiales de Grado y Máster,… y mucho esfuerzo por parte de gestores para que la sociedad nos conociera, como primer paso para ser, posteriormente, reconocidos.

Un esfuerzo de muchas personas anónimas que en estos últimos años ha comenzado a germinar aunque las plagas
y amenazas sigan siendo todavía muchas: precarización de los gestores culturales del ámbito privado, gestores públicos envejecidos con escaso relevo generacional o primeras promociones de profesionales surgidos de la universidad en un entorno laboral complejo, entre ellas.

Mucho camino por delante aunque la energía empleada haya merecido la pena. De dónde veníamos a dónde estamos, la distancia se puede considerar apreciable.

En estos 19 años, esta revista ha intentado contribuir a fortalecer la profesión de gestor cultural, a acabar con la idea de que éramos gestores ágrafos y a aportar soporte a otras profesiones que nos acompañan y conviven con nosotros en el mismo sector.

Uno de los principales y nuevos retos pasa por ajustar las competencias genéricas y específicas de cualquier gestor cultural al entorno líquido y cambiante que ha venido para quedarse. Sobre ello, intentaremos aportar una pronta reflexión desde el Observatorio Cultural del Proyecto Atalaya. No nos vendría nada mal un poco de ayuda. Especialmente de parte de aquellos gestores culturales que, desde las atalayas del poder, pueden impulsar la mejora de esta profesión.

Amigos como Eduard Miralles o Xosé Manuel Rodríguez Abella lo intentaron y lo consiguieron. No los tenemos ya entre nosotros para seguir progresando. El relevo ya nos ha sido dado y nuestra tarea es clara siempre que no olvidemos, como bien apunta Javier Pérez Andújar, que “la cultura no es lo que se tiene sino lo que se ama”.

Disfruten del milagro de un nuevo número de nuestra revista.

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